miércoles, 5 de enero de 2011

Los jóvenes y el conocimiento entre el bien y el mal


Mucha es la inquietud que tenemos durante el transcurso de nuestra juventud y adolescencia, sobre lo que es bueno y es malo.
Nuestros padres nos ponen reglas y límites a seguir, y que por el pretexto del avance de la ciencia y la tecnología la mayoría de las veces las consideramos obsoletas y pasadas de moda.
Es cierto que cuando somos adolescentes tomamos las riendas de nuestra vida, compramos la ropa a nuestro gusto, escuchamos el tipo de música que nos gusta, podemos decidir con mayor libertad en muchos aspectos, podemos conseguir dinero en algún trabajo de vacaciones o a contraturno de la escuela, o simplemente comenzamos a desenvolvernos en el ambiente laboral, es decir dejamos de depender de nuestros padres, aunque sea en pocos aspectos.
Ahora bien hay cosas muy importantes en los que como jóvenes es necesario tener en cuenta,
LA DECISIÓN DE LO QUE ESTÁ BIEN Y LO QUE ESTÁ MAL.
Es muy común entrar en conflicto con lo que queremos y lo que se nos han enseñado. Como ya se mencionó la idea de que nuestros padres están equivocados es más constante y similar a la idea sobre que nadie puede saber más que nosotros.
Comenzamos a cuestionar el por qué de las cosas, comenzamos a dudar si lo que nos han dicho está bien y es común alejarse del camino de Dios.
Hay algo que está claro y es necesario nunca dejar de tenerlo en cuenta. Un hombre que fue muerto y crucificado y que ha sido la muerte más cruel de la historia, y sobre todo que fue algo palpable y comprobado. Este hombre dejó toda una estructura para salvar nuestros espíritus y llevarlos con él cuando muramos.
Este hombre dejó las mas claras nociones de lo que está bien y lo que está mal, donde todo recae en amar al prójimo como a uno mismo.
Ahora si podemos ver algo más despejado y es en donde fundamentar nuestras decisiones, ya que este hombre que merece todo honor, nos demostró que puede amarnos hasta el extremo, y que todo depende de la decisión de concebir que lo mejor es amar a la gente con la que convivimos.
¿Cómo podemos amar a la gente con la que convivimos?
Esto depende de nosotros y de concebir que la distinción del bien y del mal está en el amor, un amor que Dios nos dejó de herencia, y sobre todo un amor a uno mismo y lo más importante al prójimo, a esas personas que vemos día con día, ya que un amor individual tiende a morir.
Es así que Dios siempre tiene la invitación de que aprendamos a amar conociéndolo, y el mejor lugar para conocerlo es su corazón. Búscalo, tu corazón te llevará hacia Él solo decídete y acércate a donde le rinden honor.

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