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martes, 25 de enero de 2011

Santeria y Catolisimo
Comentario de un Sacerdote en Miami

En los cinco años que fui capellán en la Ermita de la Virgen de la Caridad en Miami, tuve oportunidad de evangelizar a muchos santeros que venían pensando que visitaban al dios Oshún. Generalmente no tenían entendimiento de Jesucristo como Salvador, ni de la necesidad de conversión. Al no tener conocimiento de la revelación cristiana no veían conflicto entre ser católicos y santeros.

Las personas suelen entrar en la Santería buscando resolver un problema. Por ejemplo, una enfermedad, la infidelidad de un esposo, problemas económicos, etc. Se les ha dicho que el santero tiene contactos especiales con el mas allá y poco se preocupan si ese contacto es con Dios o con el demonio, con tal que les de resultado. En algunos casos, la persona ha tratado de resolver el problema recurriendo a Jesús y a Su Iglesia pero no les ha "funcionado". He escuchado muchos testimonios en que dicen haberlo probado todo antes de entrar en la Santería. No dudo que eventualmente sientan una experiencia de Dios, pero en la santería no encontrarán la revelación de Dios que nos ha dado todo Su amor en Su Hijo Jesucristo.

Una vez iniciado a la santería, se le dice que debe seguir para obtener mejores resultados. El santero va tomando control de la persona hasta que el miedo la gobierna. Se le dice que si se separa, algo muy malo va sucederle... El Santero se va convirtiendo en un personaje indispensable que domina toda la vida y del cual no hay salida. En esto es parecido a la relación con la mafia.

Es natural que se busque resolver problemas, pero el auténtico encuentro con Dios no se puede centrar sino en el amor de Dios y en hacer la voluntad de Dios por amor aunque requiera abrazar la cruz. Dios es un Padre bueno que nos dará la fuerza para llevarla. Esa confianza, aunque no comprendamos Sus designios, es la base de nuestra fe cristiana. La obediencia muchas veces requiere abrazar grandes problemas por amor.

Mateo 7, 21 «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial."

Jesús mismo nos da el mejor ejemplo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Lucas 22, 42

He aquí la radical diferencia: Cristo nos invita a negarnos a nosotros mismos y abrazar la cruz por amor obediente a Dios, la santería busca los poderes divinos para resolver problemas y el santero se va enfrascando en un mundo espiritual que exige ciertos ritos para asegurar su bienestar. Quien es ese dios que proporciona seguridad no tiene aparente importancia para el santero. El cristiano vive en el Espíritu Santo, el santero se somete a otros espíritus.

El relativismo de la santería queda ilustrado en una carta que me escribió un babalao:

No lo trate como anatema o herejía, trate de comprender a las gentes que van de rodillas el día de San Lázaro ante Babalú-Aye para pedirle salud. Esas gentes son tan dignas de nuestro amor y comprensión como lo son los que van ante la Virgen de Guadalupe o El Cristo de Medinacelí. Trate de abrir su mente y su corazón hacia esas gentes y no las trate con desprecio y sorna, no se lo merecen aunque le recen a Yemayá o a Obatalá, al fin y al cabo tienen las misma fe y la misma necesidad que los que van a rezar a la Virgen de las Mercedes o a la Virgen de Regla...

Es precisamente por amor que anunciamos a los santeros el amor de Dios en Jesucristo. Ciertamente que son dignos de amor y comprensión. Por eso son dignos de que se les diga la verdad sobre el amor perfecto: Cristo.

Quien ha estado en Santería necesita mucho amor y apoyo de la comunidad cristiana para librarse del miedo y de la ansiedad. Hay que insistirle en Dios amor que viene a salvarnos, que tiene todo poder para defendernos. Hay también que explicarle que por amor estamos dispuestos a ser fieles y obedecer sus mandamientos aunque tengamos que sufrir hasta la muerte.

miércoles, 5 de enero de 2011


Debemos Conservar la Pureza de Nuestra Fe

Fragmentos de la Carta Pastoral de Monseñor EDUARDO BOZA MASVIDAL
Obispo Cubano


Se está produciendo un fenómeno en nuestro pueblo que nos debe preocupar profundamente a todos los que queremos un país verdaderamente cristiana. Me refiero al auge de la Santería y del sincretismo religioso, hasta el punto de que ya la Santería ha sido admitida oficialmente como una "religión".

Quizás en el fondo de todo esto subyace un ansia de lo sobrenatural como contrapeso al vacío espiritual de una sociedad secularizada y tecnificada. No es mi propósito detenerme aquí a estudiar las causas de este fenómeno, sino sólo fijarme en algunos puntos que nos ayuden a superarlo positivamente y hacer un llamado a todo nuestro pueblo para que conservemos la pureza de nuestra fe.

¿Por qué no se pueden conciliar el Cristianismo y la Santería? Vamos a señalar dos o tres diferencias fundamentales:
1- El Cristianismo es monoteísta, cree en un solo Dios. El Dios cristiano es el Dios de la Biblia, uno en naturaleza y trino en personas, Creador y Señor de todas las cosas. Esta creencia en un solo Dios es tan fundamental en nuestra fe. Jesucristo es ese único y verdadero Dios hecho hombre por amor a nosotros.
La Santería, en cambio, es politeísta, cree en muchos dioses, cuyos nombres ha dado a las imágenes de la Virgen María y de los santos cristianos. Pero la Virgen María y los santos cristianos no son dioses; son puras criaturas humanas, personas reales que han existido, y en su vida han dado ejemplo de fidelidad a Dios y de santidad de vida. Es algo completamente distinto.
2- El Cristianismo es una religión de amor. Ese único Dios verdadero es un Padre que nos ama y al que nosotros amamos.  La Santería, en cambio, es la religión del temor, del miedo. Hay que hacer cosas para librarse de males y apartar poderes maléficos, o para tener suerte y hacer propicios los dioses. Se teme mas que se ama.
3- El Cristianismo nos lleva a hacernos mejores, a transformar nuestra vida. En la medida en la que vayamos viviendo de verdad tenemos que hacernos mejores. La Santería, en cambio, se queda en prácticas externas, en ritos y ceremonias que no nos transforman por dentro y que adquieren cierto sentido mágico cuyo efecto depende de los actos en sí, sin que cambiemos interiormente.
Señalaremos finalmente algunas normas pastorales. Nuestra actitud con las personas que practican la Santería no ha de ser una actitud cerrada, de rechazo total, sino una invitación a la reflexión y a la purificación de la fe:

1- Un llamado a no mezclar. La Iglesia Católica, en el Concilio Vaticano II, proclamó el principio de la libertad religiosa, o sea, el respeto que merece cada hombre que sinceramente y de buena fe practica una religión. Pero a lo que no hay derecho es a la mezcla de elementos de dos religiones distintas, no siendo así una cosa ni otra.

2- Aprovechemos los elementos válidos que hay en toda religión para purificarlos a través de una verdadera labor evangelizadora.
Ciertamente, esta labor evangelizadora es dura, lenta y difícil, y sería más fácil rechazar todo y quedarnos tranquilos pensando que somos los verdaderos cristianos, pero entonces no estaríamos acercando estas personas al verdadero Dios.

Que estas palabras sirvan de invitación a todos para vivir un cristianismo auténtico y profundo, sin mistificaciones ni deformaciones, alimentado en la palabra de Dios contenida en la Biblia y formar así un pueblo verdaderamente cristiano.
-Monseñor Eduardo Boza Masvidal, 24 de octubre, de 1977
Mon. Boza fue obispo auxiliar de La Habana hasta que fue expulsado por el régimen comunista de Cuba. Reside en Los Teques, Venezuela.